La fuente del Espíritu Santo fue el auténtico kilómetro cero de la red de abastecimiento de aguas en la ciudad. El nodo esencial a donde llegaban las aguas procedentes de Fuente Morales, en el barranco de Guiniguada, para posteriormente distribuirse a las demás fuentes de Vegueta y Triana.
Su elegante configuración se debe a la intervención realizada en el siglo XIX por Manuel Ponce de León, quien ajardinó la plaza y rediseñó la fuente, cubriéndola con un original templete de piedra, raramente utilizado en este tipo de infraestructuras. Una decisión que, sin duda, transparenta el valor asociado al agua en la cultura grancanaria.